viernes, 22 de noviembre de 2013

EL GRITO DE LA TIERRA de Sarah Lark



ARGUMENTO:

Nos encontramos nuevamente en Canterbury en sus llanuras durante el año 1907. Gloria Martin, la hija de Kura y William, es la heredera de Kiward Station. Desde que sus padres se marcharon a vivir a Europa, ha disfrutado de absoluta libertad junta a su abuela Gywneira en las tierras de la hacienda familiar montando a caballo, manejando las ovejas y criando a su caballo.

Cuando cumple los 15 años, su madre decide que es el momento de que Gloria comience a recibir una educación adecuada a la altura de lo que todo el mundo espera, sobre todo que desarrolle sus habilidades de artista. Poco después la muchacha es enviada a un internado en Gran Bretaña donde estudiará diversas disciplinas. Como Gloria es muy tímida y retraída deciden que si prima Lilian, hija de Elaine y Tim Lambert, la acompañen en el internado.

Las dos muchachas son muy diferentes entre sí y mientras Lilian es capaz de adaptarse a las nuevas circunstancias, para Gloria el colegio supone una dura experiencia ya que la muchacha no es capaz de integrarse en el ambiente ni cuenta con el talento necesario para sus estudios.


Con una portada parecida y la misma estructura se repite la fórmula que en las dos ocasiones anteriores funcionó muy bien. De nuevo serán dos las protagonistas femeninas que podemos encontrar en un escenario tan exótico como Nueva Zelanda.
Como siempre sus personajes están muy bien perfilados y definidos y son capaces de transmitir muchos sentimientos, incluidos los secundarios. Podemos ser capaces de imaginarnos completamente tanto su interior como su exterior, así como la evolución que presentan a lo largo de la obra. Muy conseguido en este caso el papel de Gloria, cuyas vivencias la convierten en una persona huidiza, desconfiada y siempre en alerta.

Después de haber leído las dos anteriores novelas, he de decir que esta ha perdido completamente la frescura y exotismo que irradiaba la historia. Si “En el país de la nube blanca” comenzaba de forma vibrante y atractiva, de tal forma que captaba tu interés al instante, esta novela carece totalmente del gancho de su predecesora, y su comienzo resulta demasiado convencional y típico.

La novela muy lejos de sorprender se presenta como más de lo mismo y en su lectura no he encontrado los alicientes de las anteriores. El argumento me ha parecido mucho más simple y aunque se sigue basando en las tramas personales de los protagonistas me ha interesado muchísimo menos, y es que algunas situaciones están bastante exageradas.

Considero que una vez leídos los dos anteriores, es una pena no terminar la trilogía, pero yo esperaba un cierre mucho más ¿espectacular? ¿potente? ¿interesante? En todo caso me he alegrado de haber concluido la trilogía en su conjunto, por todo lo que me ha aportado sobre Nueva Zelanda, desde información sobre la cultura maorí, la flora y fauna del país, la descripción del duro trabajo en las minas de carbón, la vida de los buscadores de oro, la llegada del ferrocarril, el transporte de ganado ovino y vacuno, y en este último volumen algunas pinceladas sobre la Primera Guerra Mundial entre otras muchas cosas.

Aún a riesgo de parecer demasiado exigente, según mi parecer a esta novela le sobrarían bastantes páginas, y es que a mi me ha aburrido de manera sobremanera los episodios sobre la guerra, ya que han estado vacíos de contenido, y no le han dado dinamismo a la historia . Además me ha parecido demasiado cruel la triste vida que le toca vivir a Gloria y considero que la autora se ha cebado con dicho personaje.


Número de páginas: 736

Puntuación para este libro: 7,5



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